LA BICICLETA PARA LA TRAVESÍA I

Lo primero que suele preguntarse quien se inicia en los viajes en bicicleta es qué bicicleta usar. O, en el caso de que ya posean una bicicleta, si ésta es lo suficientemente buena para encarar una travesía por lugares lejanos y exigentes.

La respuesta parece simple y obvia para muchos, la bicicleta más utilizada es también la que, desde hace ya bastantes años, es la que se ha popularizado como la bicicleta “de batalla”: la mountain bike o MTB. Pero la cuestión no es tan simple, al evaluar qué bicicleta se va a usar para una gran travesía hay que pensar en el tipo de caminos y recorridos que se va a hacer, cómo se va a llevar el equipaje, qué tipo de equipamiento para llevar la carga se va a usar, etc. En América Latina, y especialmente en nuestro país, la MTB es la bicicleta más versátil para todo tipo de situaciones, empezando por los caminos de mala calidad, especialmente en apartadas regiones que suelen ser las más interesantes para recorrer en bici.



¿Por qué una MTB?
Sin lugar a dudas, la mountain bike es la bicicleta más fuerte de las existentes, y la más adaptable a todo tipo de situaciones y condiciones. En la Argentina, es difícil que una bicicleta que no sea de montaña aguante los duros caminos de ripio que atraviesan gran parte de la Patagonia o las más importantes E impresionantes cuestas del Noroeste, entre los lugares preferidos por los cicloviajeros. Si bien se puede viajar con bicicletas de ruta, las aparentes ventajas en cuanto a velocidad y ligereza se desvanecen cuando las cargamos con el equipaje (salvo que se viaje con vehículo de apoyo, una modalidad de viaje para la que no es necesario ninguna indicación o consejo en estas páginas) y ni hablar cuando salimos del asfalto. El cuadro de ruta, diseñado para la velocidad y la competición, está pensado para llevar el peso del ciclista y nada más, no suele tener anclajes para colocar portapaquetes y darle un uso extremo para el que no está diseñado es ponerlo frente a exigencias que lo pueden llevar a una peligrosa rotura que, además, sería el fin de un viaje. 

El cuadro de la MTB, en cambio, está especialmente pensado para soportar una conducción exigente en todo tipo de circunstancias. Salvo los modelos más caros hechos para la competición, la enorme mayoría de los cuadros de bicicleta de montaña están preparados para colocar portaequipajes y son de gran resistencia. El equipamiento de MTB reúne, por lo general, las mismas condiciones: frenos y sistema de transmisión eficaces que soportan condiciones adversas y variadas, ruedas para circular por caminos de todo tipo, etc. 

Sin embargo, es importante distinguir entre una bicicleta de montaña y una que parece serlo. Estas son las versiones más baratas que se pueden conseguir en supermercados o en algunas bicicleterías. Suelen engañar al novato absoluto por el bajo precio y la facha, pero es casi imposible que logren llegar enteras en un recorrido con cierta exigencia. Cuando decimos “mountain bike” nos  referimos a una bicicleta de verdad, un cuadro de marca reconocida o de un fabricante serio, aunque sea artesanal, un equipamiento acorde y un armado hecho por un bicicletero y no por un improvisado al que le tocó esa tarea en una casa de electrodomésticos. 


Por último, en Europa se suele viajar en bicicletas llamadas híbridas, pensadas para viajar. Tienen un cuadro de geometría rutera pero un equipamiento similar a la MTB, con todos los accesorios necesarios para llevar el equipaje. Para desarrollar buenas prestaciones en ruta, usan ruedas rodado 28”. Estas bicicletas son excelentes para viajar por las inmejorables rutas de asfalto de los países desarrollados, pero pierden eficacia en los duros caminos de la Patagonia u otros lugares donde debemos apartarnos de los circuitos habituales. Por otra parte, no se suelen encontrar repuestos para estas bicicletas en nuestro país.

Las características de la bicicleta de viaje
Las principales virtudes de una bicicleta para travesías deben ser la resistencia y la practicidad. De nada sirve tener una bicicleta con los últimos materiales y extremadamente liviana si tiene mecanismos delicados difíciles o directamente imposibles de reparar con pocas herramientas en medio de la ruta. No tiene sentido ahorrar peso en la bicicleta a cambio de muchos menos pesos en nuestros bolsillos cuando la vamos a cargar con unos cuantos kilos de equipaje, ni tener los mejores componentes de competición cuando otros menos sofisticados son igualmente eficientes para el uso que vamos a darle y, además, mucho más baratos si necesitamos cambiarlos. Es muy probable que en una bicicletería de pueblo podamos salir del paso con algunas reparaciones pero prácticamente imposible que tengan una pata de cambio XTR. Y si la conseguimos, nos vamos a gastar un dineral que muy posiblemente necesitemos para llegar a destino. 

Por lo tanto, la bicicleta debe ser de la mejor calidad posible dentro de límites razonables en cuanto a fortaleza y practicidad. Contrariamente a quienes recomiendan “naves” para realizar estas travesías, mi experiencia y la de muchos otros viajeros indica que la bicicleta va a estar sometida a gran desgaste, muy superior a la que sufre en el uso recreativo y diferente al de la competición: el cicloviajero necesita tener su bicicleta en buenas condiciones permanentemente, y ese mantenimiento debe ser simple y posible de ser realizado en zonas remotas. Salvo una rotura de cuadro, el ciclista debe estar en condiciones de reparar todos los inconvenientes (por lo menos los más comunes y previsibles) que se puedan suscitar en la ruta. Por eso, se desaconsejan componentes muy técnicos usados en ciertos tipos de MTB, especialmente complicadas horquillas y sistemas de suspensión y frenos de disco. En este último caso, a pesar de algunas ventajas que se suelen esgrimir a favor de los frenos a disco (menos fuerza necesaria para el frenado, funcionalidad en caso de barro o fuerte descentrado de la rueda), el viejo y tradicional freno V brake sigue siendo el más recomendable para largas travesías, frena más (algo apreciado para parar una bicicleta-camión con 30 o 40 kg. de equipaje más el ciclista) y es extremadamente simple y difícil de romper. 

Algo similar se puede decir de los cuadros. Como todos sabemos, la bicicleta es el cuadro. Todo lo demás se puede alterar o cambiar, pero cambiar el cuadro es cambiar la bicicleta. El cuadro viajero debe ser resistente y ligero a la vez, pero entre estas dos virtudes siempre debemos elegir la resistencia. En ese sentido, no hay todavía nada mejor que el viejo cromoly, hoy en día casi dejado de lado por los fabricantes. El cromoly, una aleación de acero con cromo-molibdeno, se puede soldar en casi cualquier lado y es lo suficientemente ligero y resistente como para realizar grandes travesías sin problemas de ningún tipo. De hecho, mis dos grandes viajes, que entre ambos suman 33.000 km., los hice con este tipo de cuadros. Lamentablemente, los fabricantes de MTB han dejado de usar este material, y la mayoría de los cuadros confiables ya se fabrican en aluminio. Por suerte, los cuadros de aluminio ya han alcanzado niveles de confiabilidad más que suficientes, lo que hace que la mayoría de ellos se puedan usar para viajar sin ningún tipo de problemas. Pero, a diferencia del acero, no cualquiera suelda aluminio ni puede hacer reparaciones en un cuadro de este material. 

Por último, la bicicleta debe estar equipada con una transmisión de más de 21 velocidades. No es que no se pueda viajar con 18, por ejemplo, sino que ya nadie arma un cuadro aceptable con menos de 21 velocidades (es decir , triple plato y piñón de 7 coronas). Aunque últimamente se vienen difundiendo marcas alternativas de excelente calidad, lo más seguro sigue siendo el uso de componentes Shimano, no sólo porque dan garantía de calidad sino porque se pueden conseguir prácticamente en todo el mundo (especialmente, como decíamos más arriba, en sus modelos más comunes). Las ruedas, por otra parte, deben estar bien armadas (otro motivo más para no comprar bicicletas fuera de las bicicleterías), pues son el componente que más sufre en las travesías, tanto por el estado de los caminos como por el peso que llevamos), preferentemente de 36 rayos y con llantas y cubiertas de buena calidad. 

En síntesis, una bicicleta de viaje es una bicicleta de montaña de buena calidad, cuadro de cromo o aluminio, equipo Shimano de gama media entre 21 y 27 velocidades con  frenos V brake y ruedas bien armadas con cubiertas adaptadas al terreno que se va a transitar. Al contrario de lo que se suele imaginar, no es necesario que sea una bicicleta de máxima gama. La bicicleta se debe adaptar al bolsillo del ciclista pero teniendo en cuenta que lo principal es tener un buen cuadro, pues todo lo demás se puede ir mejorando con el tiempo. Una bicicleta excesivamente cara no es necesariamente la mejor bicicleta para viajar. Pero un cuadro de mala calidad no se arregla con nada.  

Esta breve descripción de la bicicleta de travesía sirve como primer paso a la hora de comprar o adaptar la bici para un viaje. En el próximo número profundizaremos sobre las características técnicas de la bicicleta, en cuanto a sus componentes y materiales.

2 comentarios:

  1. Hola, me llamo Ana. Estoy organizando una travesía por toda suramerica y ando buscando recomendaciones por todo lado. Sin embargo, algo me preocupa y es sobre el tamaño de la bicicleta. unos me dicen que el tamaño 26 por ser más común, otros que el 29 pulgadas es mejor por su mayor rodamiento. Tú que piensas?

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  2. 26, no vas a conseguir repuestos para 29 en muchos lugares (no solo cubiertas, tampoco cámaras, rayos, etc.)

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