En el número anterior vimos que
la bicicleta de montaña es la más conveniente para realizar travesías, en
especial por los caminos agrestes de la Argentina y otras partes de América Latina.
La MTB ofrece como ventaja resistencia y versatilidad. Su gran difusión desde
hace unas dos décadas la convierten en una bicicleta universal, con repuestos
de fácil obtención, por lo menos en las gamas media y baja, en casi cualquier
lugar del mundo. Su fortaleza la hace apta para recorrer caminos que
destruirían otros tipos de bicicleta.
Pero la MTB diseñada para pasear
o competir necesita, de todos modos, algunas adaptaciones para que sea una
buena máquina de viaje. Lo esencial es asegurarse que tanto el cuadro como los
componentes sean de buena calidad (volvemos a aclarar que esto no significa simplemente
asegurarse que respete estándares de cierta calidad en su fabricación) para no
tener problemas en el camino.
El cuadro de MTB suele incorporar
en el diseño detalles o tendencias de moda y adelantos que, en su inmensa
mayoría, están pensados para el mundo de la competición. Esto hace que al
comprar una bicicleta de montaña para viajar no estemos adquiriendo una bicicleta
pensada especialmente para eso, sino que refleja esas modas y detalles que
hacen a la bicicleta más liviana o más apta para descensos, saltos y otras
habilidades técnicas desplegadas en las carreras, aun cuando la bicicleta sea
de una gama no utilizada para la competición. En este último caso, se trata
meramente de cuestiones estéticas para facilitar su venta. Por lo tanto, hay
que prestar más atención a los materiales, la calidad de las soldaduras y otros
detalles importantes como la presencia de los anclajes incorporados al cuadro
para montar los portaequipajes y los portacaramañolas. Casi todos los cuadros
los tienen, pero es importante verificarlos porque de no poseerlos (los cuadros
de alta gama de competición no tiene anclajes para portapaquetes) se estaría en
una gran dificultad para transportar el equipaje y el agua.
Ya señalamos que los materiales
más usados son el cromo y el aluminio. Este último es el más difundido en los
últimos años y es difícil ya encontrar bicicletas de calidad suficiente para
emprender una travesía que no sean de aluminio. Los cuadros de serie de marcas reconocidas
o aquellos cuya fabricación estuvo en manos de armadores de prestigio son los
más fiables: nada hay peor que una rotura de cuadro en medio de la ruta, y más
aun si es de aluminio. En la actualidad, el aluminio es un material sumamente
confiable.
El cuadro de aluminio incorpora
una pieza desmontable en la puntera que sostiene la pata de cambio. Esta pieza,
llamada fusible, es vulnerable y tiene como función evitar que una rotura o
torcedura de la puntera (algo bastante posible en una caída, por ejemplo),
termine arruinando el cuadro completo. Un cuadro de aluminio que venga sin
fusible desmontable indica poco cuidado en su terminación y es peligroso para
viajar por el riesgo mencionado.
Si el cuadro cumple con todas
estas condiciones, pasamos a examinar los componentes.
La tecnología de fabricación de
la bicicleta avanza constantemente, pero algunas de sus piezas básicas se
mantienen esencialmente iguales desde hace décadas. Toda bicicleta tiene un
sistema de transmisión que consiste en una cadena que une platos y piñones y
que transmite a la rueda trasera la potencia que el ciclista aplica a los
pedales para avanzar. Pero la calidad y complejidad de este antiguo mecanismo
ha avanzado mucho en los últimos años. Tener componentes de cierta calidad hará
que el viaje sea menos sufrido y ahorrará dificultades evitables, aunque no por
eso iremos más rápido. Toda ventaja que se consiga mediante componentes más caros
que reducen peso en la bicicleta de competición es relativizada al viajar por
la cantidad de peso extra que se agrega con la carga. Incluso este peso es
variable, en algunos tramos vamos a necesitar llevar más comida o más agua, en
otros menos, quizá llevemos más o menos repuestos de acuerdo a la duración o
las condiciones del viaje, podemos llevar peso de más por recuerdos o cosas que
nos hayan dado o compremos en el trayecto, etc. Por lo que no siempre tiene sentido
gastarse un dineral en bajar 200
gramos de peso. El criterio debe ser menor peso dentro de nuestras posibilidades
siempre y cuando se mantenga el requisito de mayor resistencia. Por ejemplo, no hay que ahorrar peso (y gastar
dinero) en ruedas con menos rayos que van a aguantar menos el peso del equipaje.
En cuanto a la transmisión
(plato-palancas, cadena, piñones) hay dos o tres marcas de reconocida calidad
que aseguran un buen rendimiento, que a su vez tienen diferentes modelos de
mayor o menor calidad, peso y costos. En general para nuestros propósitos, los
modelos de gama media son más que suficientes. Si bien se puede viajar con 18
velocidades (es decir, 6 piñones y triple plato), lo mejor es tener la mayor
cantidad de combinaciones de desarrollo entre platos y piñones posible. Los
grupos de 24 (8 piñones) y 27 (9) garantizan un buen desarrollo en velocidad en
terrenos favorables y la presencia de coronas muy grandes para subidas complicadas
y prolongadas. Existe también el llamado Megarange, un piñón de siete coronas
de las cuales la última es una gigante de 34 dientes, pero ya no se lo ve tanto
y tiene el inconveniente de que para la mayoría de las cuestas el super piñón
es demasiado grande y el anterior queda chico. Es mejor tener una escala de
opciones de cambio consecutivos, sin saltos bruscos entre ellos que nos
permitan ir graduando mejor el esfuerzo.
Todos los equipos de transmisión
de MTB vienen con triple plato, con algunas diferencias de tamaño. En ese
sentido, siempre es mejor tener las combinaciones más favorables para las
subidas antes que para la velocidad: viajando con un par de decenas de kilos de
equipaje se va a necesitar mucho más esfuerzo para todo, pero más aun para
subir y, por lo tanto, combinaciones de transmisión que jamás se usarían en
ruta sin equipaje van a ser necesarias. En cambio, es muy probable que salvo en
bajadas pronunciadas que se hacen sin pedalear no haya muchas ocasiones de ir a
altas velocidades.
Es fundamental que todos los
componentes de la transmisión sean compatibles entre sí. Tener los componentes
originales y correctamente instaladas evita desgastes innecesarios. Esto
incluye a los mandos (shifters), cables y fundas, platos, cadena, piñones y
mazas.
Otro componente esencial son los
frenos. En el número anterior ya argumentamos la preferencia por los V brake
antes que los frenos a disco. En esto también es importante asegurarse la buena
calidad de las piezas, de los patines, cables y fundas, así como un buen
regulado.
En relación a las ruedas, en la
bici de travesía hay que prestarle mucha atención porque el peso de más de la
carga las exige por encima de lo normal. Es importante usar mazas, rayos y
llantas de buena calidad. Quizá sea bueno gastar acá sí un poco más para evitar
peligrosas roturas de rayos o llantas, descentrados permanentes y juego en las
mazas. Nada va a segurar que esto no pase pero cuanto mejor sea la calidad,
menos problemas. Las llantas deben ser de doble pared y de 36 rayos. Estos
tienen que tener 2 mm.
de grosor y procurar que sean de algunas de las marcas especializadas en
fabricación de rayos de calidad. Por supuesto, además de buenos componentes, la
clave de toda rueda pasa por la calidad del armado. Es bueno asegurarse del
correcto centrado y una buena tensión de los rayos antes de viajar, con un buen
mecánico de confianza o uno mismo si tiene experiencia con esta delicada tarea.
Pero con cuidado, porque más de uno por meter mano sin saber terminó con la
rueda convertida en un ocho y debiendo acudir de urgencia por auxilio ante la
socarrona mirada del bicicletero.
Ninguna rueda está completa sin
unas buenas cubiertas. Dependiendo del camino, las opciones son cubiertas de
montaña, con tacos; mixtas (con dibujo o tacos en la parte exterior y tirando a
lisas en la banda de rodamiento) o lisas para asfalto. Las más versátiles para
las situaciones diferentes en una travesía, para no andar cargando dos juegos
de cubiertas, son las cubiertas lisas (con algún dibujo) pero no muy angostas,
de 1,6 o 1,75. Son lo suficientemente anchas para mantener el equilibrio sin
problemas con la carga en tierra y amortiguar saltos y piedras en ripio, y sirven
para ganar un poco más de velocidad y comodidad en el andar sobre pavimento. Si
vamos a andar todo o casi todo el viaje sobre caminos de tierra, ripio o en mal
estado, entonces es conveniente salir con cubiertas de MTB, tratando que no
tengan excesivo dibujo ni sean demasiado anchas (no más de 1,95), a menos que
vayamos a transitar por terrenos realmente difíciles.
Por último, el resto de los
componentes ya quedan más a gusto del ciclista. Manillar plano o de doble
altura, puños (es mejor que sean buenos para que amortigüen los golpes del
camino), sillines (mejor angostos que anchos, la comodidad no pasa por el
tamaño sino por la funcionalidad para pedalear varias horas diarias) y pedales.
Aunque hay que acostumbrarse y suponen un gasto mayor (al que se suman las zapatillas),
los pedales automáticos (del tipo de MTB) son mucho mejores para aprovechar
toda la fuerza del pedaleo y más cómodos que las punteras).
No hay comentarios:
Publicar un comentario