LA PREPARACIÓN FÍSICA


Lo primero que hay que señalar en este aspecto, bastante importante para el éxito de cualquier proyecto de viaje, es que la preparación física para el cicloviaje no es necesariamente la misma que para la competición. Por supuesto, cualquier ciclista deportivo, sea que se desempeñe en ruta, en mountain o en rural bike, está en condiciones físicas excelentes para viajar, aunque las circunstancias y las exigencias sean diferentes. Pero el entrenamiento de quien se inicia o sólo se prepara para la travesía debería encarrilarse en forma cualitativamente distinta. 

Señalemos en primer lugar que el cicloviajero no se caracteriza por la velocidad. El solo hecho de cargar una bicicleta con unos cuantos kilos de equipaje conspira contra eso. Como ya fuimos indicando, la bicicleta también se prepara de una forma diferente, no importa tanto la liviandad sino la resistencia, por lo cual generalmente se la equipa con componentes más pesados que ofrecen mayor durabilidad y confiabilidad que los que se usan en competición. Por todo eso, el ciclista que compite, acostumbrado a la velocidad, la ligereza y la maniobrabilidad, se va a encontrar con problemas de tipo “psicológico” antes que físico: va a sentir que se arrastra sobre la ruta, que mantiene promedios bajos, que no puede moverse demasiado sobre la bicicleta porque necesita acostumbrarse a un nuevo punto de equilibrio y, además, nunca va a poder lograr hacer determinadas maniobras con las alforjas y mucho menos con el trailer si lo lleva. No poder levantar más de 20 km/h a lo largo de horas de pedaleo puede ser frustrante si uno no lo tiene incorporado como las condiciones normales de un cicloviaje y espera velocidades que se dan en otras circunstancias. 

Asimismo, no vamos a dar consejos de entrenamiento específico ciclista que son tratados por expertos en otras secciones de Ciclismo XXI, sino que vamos a señalar algunas diferencias y dar algunas pautas básicas para quienes están pensando en viajar sin experiencia previa.



El entrenamiento del cicloviajero
Básicamente, el cicloviajero debe ser capaz de recorrer un gran cantidad de kilómetros en jornadas diarias, durante una cantidad de tiempo que va de una semana a meses o años, sin necesidad de marcar registros o promedios de velocidad sino de cumplir con metas que él mismo se ha fijado, aunque no necesariamente las domina sino que dependen de las condiciones del camino elegido. Esto significa que uno se puede proponer hacer 100 km. diarios pero que esa distancia puede ser superada si es necesario o incrementarse la dificultad que representa esa cifra de acuerdo a la geografía, el clima o el estado de los caminos. El cicloviajero debe tener una base física para responder a estas exigencias, por lo que su entrenamiento debe estar orientado a responder mínimamente a estas condiciones. 

Algo indispensable es tener una bicicleta con las medidas apropiadas para el físico del ciclista. Como ya dijimos, es importante que el cuadro sea del tamaño correspondiente a nuestra talla, y que las otras medidas estén perfectamente adaptadas a nuestro cuerpo: altura del asiento, del manillar, distancia entre el sillín y el manillar, ancho del manubrio, etc. Aquí debemos respetar las convenciones para la bicicleta de ruta (aunque la nuestra sea de MTB), porque el tipo de esfuerzo que vamos a realizar es mucho más parecido al del rutero que al del ciclista de montaña: largas horas sobre la bicicleta por la ruta, sin posibilidad de hacernos los locos por los senderos ni maniobras arriesgadas, por lo menos mientras transportamos carga, porque el peso lo impide, además de arriesgar el equipaje, la bicicleta, los portaequipajes y nuestra propia anatomía. Especialmente la altura del sillín es decisiva para un buen pedaleo, evitando lesiones molestas, tanto por usarlo alto como por hacerlo bajo. 

Una vez conseguido esto, hay que salir a pedalear. Lo principal es acostumbrarse a las largas horas y distancias, tratando de reproducir lo mejor posible las condiciones del viaje. Por ejemplo, si vamos a andar por caminos de tierra, andar por superficies similares, si vamos a andar por asfalto, hacer jornadas de duración semejante. Para el ciclista principiante, es esencial hacer esto de a poco, incrementando primero la duración de las salidas, y después ir también tratando de hacer los mismos recorridos en mejores tiempos, consiguiendo así mayor velocidad. Es importante tener en cuenta que es prácticamente imposible reproducir en entrenamiento las condiciones de viaje, porque generalmente se viaja a lugares bastante diferentes de los que habitamos, porque no tenemos tanto tiempo disponible (generalmente tenemos ocupaciones que nos lo impiden), de lo que se trata es de ir mejorando la condición física y acostumbrar el cuerpo a la bicicleta, en el caso de los principiantes, y a los largos tirones que pueden durar varias horas (más generalmente que las carreras de rural o MTB, no así las de ruta, aunque para hacer la misma distancia vamos a usar posiblemente el doble de tiempo).

Una pregunta habitual es si se entrena con la carga o sin ella. Yo prefiero entrenar sin el equipaje por varias razones, la principal es práctica, para no andar cargando bultos innecesariamente cuando podemos compensar eso andando a velocidades superiores a las que vamos a alcanzar en viaje. Además, lo importante es llegar lo mejor posible y lograr que el entrenamiento sea placentero, ya nos vamos a arrastrar lentamente por la ruta cuando estemos en viaje. Tampoco tiene sentido, especialmente en las grandes ciudades, arriesgar el equipaje porque sí. De todas maneras, sí recomiendo a quienes no están acostumbrados al peso que hagan un par de salidas a plena carga, para aprender a moverse con alforjas o con trailer, según sea el caso, y que el cambio de dificultad, velocidad y equilibrio no los tome por sorpresa en el primer día. Sirve esto también para detectar problemas en la colocación del equipaje sobre la bici, en la sujeción de las alforjas, etc. 

Otra gran diferencia entre la competición y el viaje es que en las travesías nadie nos corre, por lo general. El cicloviajero es dueño de sus tiempos, de sus descansos, de parar o no, salvo en los casos en que esto es obligado por fuerza mayor. También se trata de mantener un ritmo regular, sin aceleraciones innecesarias, por lo que no es necesario entrenar con intervalos. Es bueno, sin embargo, tener cierta capacidad de aceleración y practicarla un poco todas las salidas. Además de ser divertido, especialmente con amigos, puede ser útil. Un caso típico de esta utilidad lo podemos ejemplificar con un acontecimiento de nuestra vuelta al mundo en tándem, cundo tuvimos que embalar fuertemente en Tanzania perseguidos por un swahili desorbitado que venía por nosotros machete en mano. Para tranquilidad de los futuros cicloviajeros, este tipo de incentivo para el sprint no es común, por lo menos en mi caso, en más de 50.000 kilómetros de cicloviajes, fue la única vez que disfruté de semejante y poco edificante estímulo.

Por último, es importante remarcar que lo fundamental en este aspecto es tener una condición física regular y que lo que se busca con el entrenamiento no es batir récords sino afrontar lo mejor posible el viaje, especialmente en sus primeros días. Una persona en buen estado de salud puede hacer cualquier viaje en bicicleta, no hay impedimentos físicos para ello. Las dificultades que el cicloviajero encuentra están más dadas por las condiciones de la travesía, que pueden ser de tipo físico pero, la mayoría de las veces, impactan sobre el viajero en la resistencia cotidiana y en su mentalidad. El mayor atleta puede andar muy bien en la ruta pero no soportar estar varios días acampando en el desierto, sin duchas, camas, la comida a la que está acostumbrado, librado al sol, el frío, la lluvia, las condiciones que le toquen. Eso no se puede entrenar, solamente se gana con experiencia. Por eso no nos cansamos de insistir a los que se inician que empiecen con viajes cortos, de prueba, para ver si les gusta y se adaptan a lo que, durante el tiempo que dure la travesía, es un modo de vida especial. Así como a nadie se le ocurre salir a correr de entrada una maratón si ni siquiera puede dar la vuelta a la plaza, tampoco es lógico (aunque algunos lo han logrado) largarse a recorrer Latinoamérica sin haber hecho aunque más no sea un cicloviaje de 500 kilómetros.

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